lunes, mayo 22, 2017

EEUU (55)

Recuerda que ya te hemos contado los principios (bastante religiosos) de los primeros estados de la Unión, así como su primera fase de expansión. A continuación, te hemos contado los muchos errores cometidos por Inglaterra, que soliviantaron a los coloniales. También hemos explicado el follón del té y otras movidas que colocaron a las colonias en modo guerra.

Evidentemente, hemos seguido con el relato de la guerra y, una vez terminada ésta, con los primeros casos de la nación confederal que, dado que fueron como el culo, terminaron en el diseño de una nueva Constitución. Luego hemos visto los tiempos de la presidencia de Washington, y después las de John Adams y Thomas Jefferson

Luego ha llegado el momento de contaros la guerra de 1812 y su frágil solución. Luego nos hemos dado un paseo por los tiempos de Monroe, hasta que hemos entrado en la Jacksonian Democracy. Una vez allí, hemos analizado dicho mandato, y las complicadas relaciones de Jackson con su vicepresidente, para pasar a contaros la guerra del Second National Bank y el burbujón inmobiliario que provocó.

Luego hemos pasado, lógicamente, al pinchazo de la burbuja, imponente marrón que se tuvo que comer Martin van Buren quien, quizá por eso, debió dejar paso a Harrison, que se lo dejó a Tyler. Este tiempo se caracterizó por problemas con los británicos y el estallido de la cuestión de Texas. Luego llegó la presidencia de Polk y la lenta evolución hacia la guerra con México, y la guerra propiamente dicha, tras la cual rebrotó la esclavitud como gran problema nacional, por ejemplo en la compleja cuestión de California. Tras plantearse ese problema, los Estados Unidos comenzaron a globalizarse, poniendo las cosas cada vez más difíciles al Sur, y peor que se pusieron las cosas cuando el follón de la Kansas-Nebraska Act. A partir de aquí, ya hemos ido derechitos hacia la secesión, que llegó cuando llegó Lincoln. Lo cual nos ha llevado a explicar cómo se configuró cada bando ante la guerra.

Comenzando la guerra, hemos pasado de Bull Run a Antietam, para pasar después a la declaración de emancipación de Lincoln y sus consecuencias; y, ya después, al final de la guerra e, inmediatamente, el asesinato de Lincoln.

Aunque eso no era sino el principio del problema. La reconstrucción se demostró difícil, amén de preñada de enfrentamientos entre la Casa Blanca y el Congreso. A esto siguió el parto, nada fácil, de la décimo cuarta enmienda. Entrando ya en una fase más normalizada, hemos tenido noticia del muy corrupto mandato del presidente Grant. Que no podía terminar sino de forma escandalosa que el bochornoso escrutinio de la elección Tilden-Hayes.

Aprovechando que le mandato de Rutherford Hayes fue como aburridito, hemos empezado a decir cosas sobre el desarrollo económico de las nuevas tierras de los EEUU, con sus vacas, aceros y pozos de petróleo. Y, antes de irnos de vacaciones, nos hemos embarcado en algunas movidas, la principal de ellas la reforma de los ferrocarriles del presi Grover Cleveland. Ya de vuelta, hemos contado los turbulentos años del congreso de millonarios del presidente Harrison, y su política que le llevó a perder las elecciones a favor, otra vez, de Cleveland. Después nos hemos enfrentado al auge del populismo americano y, luego, ya nos hemos metido de lleno en el nacimiento del imperialismo y la guerra contra España, que marca el comienzo de la fase imperialista del país, incluyendo la política asiática y la construcción del canal de Panamá.

Tras ello nos hemos metido en una reflexión sobre hasta qué punto la presidencia de Roosevelt supuso la aplicación de ideas de corte reformador o progresista, evolución ésta que provocó sus más y sus menos en el bando republicano. Luego hemos pasado ya a la implicación estadounidense en la Gran Guerra, el final de ésta y la cruzada del presidente a favor de la Liga de las Naciones. Luego hemos pasado a la (primera) etapa antiinmigración hasta la llegada de Hoover, quien se las prometía muy felices pero se encontró con la Gran Depresión , que trajo a Roosevelt y sus primeras medidas destinadas a reactivar la economía, así como el nacimiento de la legislación social americana y el desarrollo propiamente dicho del New Deal.


Después de eso, hemos pasado a pensar un poco sobre los retos diplomáticos de entreguerras de los EEUU en Asia y Latinoamérica y, en general, la tensión aislacionista del país. Pero es un hecho que EEUU acabó implicado en la guerra, que tras costosas operaciones fue ganada tanto en el frente europeo como en el Pacífico. Terminada la guerra, hemos visto las primeras provisiones de organización tras el conflicto.


Como es bien sabido, en 1945, dejando la guerra europea prácticamente cerrada, Franklin Delano Roosevelt la roscó y le dejó la presidencia a su número dos, Harry S. Truman. Truman era un político del Medio Oeste que apenas tenía experiencia internacional, aunque era un veterano de la Gran Guerra. Había sido un próspero pero modesto hombre de negocios en su Missouri natal hasta que entró en política. Como senador, presidió un comité para la revisión de los contratos bélicos donde se ganó un nombre.


Truman estaba probablemente acojonado cuando heredó la presidencia. En su primer encuentro con los periodistas, les dijo: “si rezáis, rezad por mí”. Sin embargo, al contrario que otros muchos presidentes que fueron de más a menos, él fue de menos a más. Conforme su mandato se fue desarrollando, fue haciéndose cada vez más con las sutilezas del mando y los nunca sencillos recovecos del poder en Washington.

Con la guerra terminada cuando menos en Europa, Truman se encontró prácticamente desde el primer momento con una importante presión social, a la que se unía el ejército, a favor del licenciamiento masivo de combatientes. Truman respondió a ese llamamiento y en apenas un año realizó una drástica reducción de los efectivos militares. Lo cual supuso, inmediatamente, que regresasen al país miles y miles de ex soldados que tenían derecho a disfrutar de la denominada GI Bill of Rights, que establecía diversos beneficios como seguro de desempleo durante un año, préstamos federales para la construcción de vivienda o el lanzamiento de negocios, así como beneficios educacionales. Otro paso inmediato que se dió fue la desintervención e la economía. Hay que decir, en todo caso, que Truman no lo veía muy claro, pues en julio de 1946 vetó una ley (que de todas formas fue aprobada en noviembre) por la cual se eliminaban los controles de la Office of Price Administration para todos los productos salvo los alquileres, el azúcar y el arroz. Inmediatamente, se produjeron importantes tensiones inflacionistas.

La inflación, de hecho, provocó todo un rosario de movimientos huelguísticos en el país. En abril de 1946, los mineros del carbón montaron una serie de movilizaciones; Truman ordenó al ejército tomar el control de las minas, pero aun así el conflicto terminó con importantes concesiones para los trabajadores. También tuvo el presidente que tomar el control directo de las líneas de ferrocarril tras una larga huelga nacional.

Toda esta conflictividad, que reflejaba un importante descontento social, acabó por pasarle factura a los demócratas. En 1946, los republicanos ganaron la mayoría tanto en el Congreso como en el Senado. Aquello marcó el pistoletazo de salida de una política decididamente contraria al New Deal. El principal hito de esta movida ocurrió en junio de 1947 con la aprobación de la ley Taft-Hartley, que declaró fuera de la ley el cierre de comercios e impuso a los sindicatos un cooling-off period de dos meses antes de ir a la huelga, aparte de requerirles para publicar sus estados financieros y prohibirles ser contribuyentes de campañas políticas. Fue en esta ley, además, donde por primera vez se requirió de los dirigentes sindicales que certificasen que no eran comunistas, con la amenaza de que su organización perdiese los beneficios inherentes a la pertenencia a la National Labor Relations Board. Truman vetó la ley, pero el Congreso acabó por sacarla adelante.

Para colmo, los demócratas sufrieron una excisión cuando quien había sido secretario de Comercio de Truman hasta 1946, Henry A. Wallace, decidió dimitir y crear un Partido Progresista. Así las cosas, las elecciones de 1948 se le presentaban de cara a los republicanos. El partido nominó de nuevo a su candidato de 1944, es decir el neoyorkino Thomas E. Dewey. Los demócratas apostaron por Truman. El programa demócrata apuntaba hacia una de sus tendencias fundamentales en los años por venir: su lucha en pro de los derechos civiles. Además de atacar la Taft-Hartley, proponían la creación de una comisión de igualdad de oportunidades laborales. Precisamente la producción de una rebelión en el sur contra los derechos civiles provocó la unión de un movimiento progresista en estos Estados, que la Historia conoce como los Dixiecrats, que nominaron al gobernador de Carolina del Sur, J.Strom Thurmond.

Con tanta división del voto progresista, nadie parecía creer en las posibilidades de Truman en las elecciones. Sin embargo, el presidente se dedicó a patear los Estados Unidos, con un discurso muy belicoso contra el Congreso, y ganó: 24.105.000 votos y 303 votos electorales contra 21.969.000/189 que se llevó Dewey.

Truman se sintió lógicamente avalado por los estadounidenses para llevar a cabo lo que llamaba Fair Deal, que venía a ser una evolución, perfeccionamiento dirán algunos, del New Deal. Hay que decir que en muchos puntos, algunos muy importantes, de sus propuestas, fue bloqueado por la votación conjunta de republicanos y demócratas conservadores; pero también dio alguna que otra en la diana. A finales de la década de los cuarenta, por ejemplo, sacó adelante la New Deal's Fair Labor Standards Act, que elevó el salario mínimo. En agosto de 1950 logró aprobar una nueva ley de Seguridad Social que incluyó 10 millones de beneficiarios más. La National Housing Act, buscaba la eliminación de barrios chabolistas a base de construir casas baratas. A cambio, el Congreso se cargó el Brannan Plan, que era un esquema para estabilizar las rentas agrarias, bloqueó casi cualquier medida de derechos civiles a favor de los negros, y mantuvo la Taft-Hartley, aunque suavizada en algunos puntos. El Congreso, por último, también aprobó la vigésimo segunda enmienda de la Constitución, que es ésa que limita el mandato del presidente a dos legislaturas. Los Estados la aprobaron en febrero de 1951.

Con todo, la principal labor de un presidente de los Estados Unidos durante aquellos años estaba en la política exterior. En marzo de 1946, en un discurso en Fulton, Missouri, Winston Churchill pronunció esa expresión que se haría común en los años siguientes: “desde el Báltico hasta el Adriático, se ha colocado un telón de acero sobre el continente europeo”.

Stalin, en efecto, había consolidado en los primeros meses de la guerra un cinturón satelital de naciones de obediencia soviética. Sin embargo, su labor no se podía considerar terminada. Los comunistas tenían puestos los ojos en dos países bastante débiles en ese momento, con importantes minorías comunistas o comunistizantes, y que además geográficamente eran candidatos para formar parte de su bloque: Grecia y Turquía.

La Casa Blanca estaba atenta a estos movimientos, y por ello Truman se presentó ante el Congreso en marzo de 1947 para pronunciar un discurso revolucionario para su tiempo, en el que expresó la conocida como Doctrina Truman: “Creo que la política de los Estados Unidos debe ser apoyar a las personas libres que se resisten a ser subyugadas por minorías armadas o por presiones exteriores. Si fallamos en nuestro liderazgo, pondremos en peligro la paz del mundo, y con ello pondremos en peligro el bienestar de nuestra nación”.

La Doctrina Truman, por lo tanto, supone que los Estados Unidos presentasen su candidatura a líderes del mundo libre, a coordinadores de la lucha contra el comunismo; y a defensores por defecto de todo aquel pueblo o minoría que, en cualquier parte del mundo, viese reprimidos sus deseos de democracia. Inmediatamente después de formular esta doctrina, Truman pidió al congreso que liberase 400 millones de dólares para asistir a Grecia y a Turquía, dinero que obtuvo apenas siete u ocho semanas después. Entre 1947 y 1950, gastaría 660 millones.

Fue en este entorno de la doctrina Truman cuando, en junio de aquel 1947, se produjo el anuncio por parte del secretario de Estado George C. Marshall, quien afirmó que la situación económica de Europa era muy mala, y que un continente estabilizado económicamente era crucial para los intereses de los Estados Unidos.

El Plan Marshall fue diseñado para beneficiar también al bloque soviético, pero este desechó participar en él. En julio de 1947, representantes de los países occidentales se reunieron en París y sentaron las bases del plan. Marshall fue duramente atacado por los aislacionistas estadounidenses; sin embargo, el aislacionismo recibió un muy duro golpe, hasta el punto de desaparecer de facto en la opinión pública del país, cuando en febrero de 1948 un golpe de Estado comunista se hizo con el poder en Checoslovaquia y se hizo claramente evidente que era necesario reaccionar para impedir sucesivos avances del telón de acero. En abril de aquel mismo año, el Congreso liberó 5.300 millones de dólares para los primeros doce meses del Plan Marshall o European Recovery Plan.

En 1949, el Plan Marshall se vio complementado por el denominado Point Four Program impulsado por Truman, dirigido a áreas especialmente pobres del continente europeo. En tres años, este programa invirtió 400 millones de dólares.


El Plan Marshall funcionó en su objetivo principal, que era contener el avance soviético en Europa mediante la mejora de las condiciones de unos países que, así, resistirían la tentación de dar fuerza a sus movimientos de inspiración comunista; lo cual, como veremos, no hizo sino desplazar este movimiento hacia Asia. El siguiente y obvio paso era coordinar las acciones de estos Estados revitalizados. El 17 de marzo de 1948, en Bruselas, Gran Bretaña, Francia, los Países Bajos, Bélgica y Luxemburgo firmaron un tratado de cooperación económica y alianza militar. Este paso impulsó la decisión del Senado estadounidense de junio del mismo año, conocido como la resolución Vandenberg, así llamada por el senador Arthur Vandenberg de Michigan. La resolución Vandenberg establecía que los Estados Unidos buscaría la paz a través de acuerdos colectivos de defensa con sus naciones amigas. Esta resolución llevó al Tratado del Atlántico Norte, firmado el 4 de abril de 1949 por doce países. El artículo 5 del trabajo establecía el principio de el ataque hacia uno de los miembros sería considerado como un ataque a todos ellos. Para fortalecer la capacidad militar de los países del TAN, el Congreso aprobó en septiembre de 1949 una Mutual Defense Assistance Act.

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